29 de noviembre de 2007

Ley electoral

El Sr. Rajoy pretende cambiar la ley electoral en una dirección con dos carriles: quitar espacio político a las minorías (sólo hay una, IU, aunque podrían surgir otras) y a los nacionalistas locales, que son muchos. La Sra. Aguirre, la Presidenta, ya lo pensó para Madrid, pero de momento aparcó el proyecto.

Una ley electoral es el artilugio conceptual que se interpone entre la ciudadanía y la representación política, interpreta numéricamente la voluntad ciudadana y le da gobernabilidad. Ninguna es fiel a los votantes, pero son inevitables en una democracia representativa. El ideal es conseguir un equilibrio adecuado entre eficacia y representatividad.

El problema del PP es que le molestan los nacionalistas parciales y se siente incapaz de pactar con nadie, de ahí su proyecto hecho a la medida de “su” problema y de “su” concepto de España. Porque toda democracia nace del pacto entre intereses e ideologías divergentes, y ningún partido puede representar a la sociedad entera. El proyecto sin embargo es viable y el PSOE, como partido mayoritario que es, podría caer en la tentación de eliminar rivales en su territorio electoral. Pero la ingeniería electoral es peligrosa, porque resta representatividad al sistema y el PSOE debiera recordar que Alfonso XIII cayó justamente por eso. Porque el PP necesita al PSOE para su proyecto y si puede tratará de tentarlo.

18 de noviembre de 2007

Izquierdas y derechas

Manual para desorientados en tiempo de elecciones

Porque la propaganda de la derecha, que normalmente domina los medios de comunicación y difusión de ideas, a saber, televisión, radio, prensa escrita, cine..., es aplastante. Porque la dictadura de Franco tuvo el monopolio de esos medios y aún somos muchos los que vivimos la dictadura y los que aún permanecen intoxicados por ella.

Genéricamente los ricos son de derechas y los pobres de izquierdas. Aunque la propaganda de los ricos es tan apabullante, históricamente la Iglesia ha sido el instrumento de esa propaganda, que los pobres olvidan sus intereses de clase y se alinean con los intereses de los ricos.

Históricamente la derecha defiende todo lo que le permita seguir disfrutando del poder y la riqueza. Hoy el capitalismo, o sea, la gestión y apropiación privada de la riqueza producida colectivamente y la explotación sin límites de los recursos del planeta; por eso defienden la privatización de la economía y niegan cualquier circunstancia que frene el expolio sistemático de la naturaleza: el cambio climático, la defensa del medio ambiente, el agotamiento de los recursos (no se puede crecer indefinidamente porque nuestro planeta es finito y de momento es imposible explotar recursos estelares).

Los pobres se han limitado siempre a sobrevivir hasta que en el siglo XIX, ante las dificultades para lograrlo, tomó ejemplo de la burguesía revolucionaria y reclamó el poder para asegurarse ese derecho elemental de todo ser vivo. Desde entonces, al margen de que tenga o no el poder político, la izquierda se identifica con la reivindicación de derechos iguales para todos los nacidos (la solidaridad es un fin en sí misma), de medios de subsistencia dignos y suficientes acordes con el grado de desarrollo económico y unos servicios sociales que garanticen la igualdad, sean educación, sanidad y pensiones adecuadas para jubilados, viudas y discapacitados. A esto hoy se añade el derecho al medio ambiente, atmósfera, bosques, fauna, costas, mares, paisaje... ante la destrucción sistemática a que lo someten los intereses privados de los ricos.

Por supuesto, el poder siempre corrompe, es decir; aprovecha los medios que proporciona el poder para lograr beneficios privados. Nadie está exento de la tentación y la tentación es fuerte. Pero el que algunos políticos de izquierdas se corrompan a veces, no quiere decir que la política de izquierdas sea corrupta por definición, como pretende cierta propaganda de la derecha.

Todo que lo aquí se dice es más simple que un calcetín, pero aún hay mucha gente que no lo entiende y, aunque son pobres, votan a la derecha, por tradición, porque están intoxicados por la propaganda de los ricos o narcotizados por el consumo, que el sistema pretende convencernos de que lo importante es consumir y no pensar.

17 de noviembre de 2007

Otoño en Madrid


La naturaleza se viste de lujo para la invernada.