29 de marzo de 2016

Jesús de Nazaret era comunista

Jesús de Nazaret era comunista
Como todos los años he viajado a Sevilla a saborear la Semana Santa, a deleitarme con la Semana Santa, un espectáculo total, aunque a mí, desde antiguo, sin duda por educación, sólo me ha interesado el que se desarrolla en la calle, del que participan no solo las llamadas artes mayores, como la talla y la música, sino también la orfebrería y el bordado. Precisamente acompañado de una veterana profesora de la Escuela de Artes Aplicadas suelo acudir allí todos los años.
Sin duda la Semana Santa no es sólo arte, originalmente y aún hoy es otra cosa: una evocación de la pasión y muerte de Jesús de Nazaret, a la que la Iglesia ha dado un sentido, a mi modo de ver, totalmente contrario a la verdad histórica. El Nazareno fue, como Sócrates en Atenas, un librepensador a quien también la autoridad condenó a muerte porque enseñaba a desarrollar el pensamiento crítico, peligroso siempre para el poder, un revolucionario social. Recuerden:
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios  (Mateo, XIX, 23-24).

No amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y donde los ladrones cavan y hurtan;  sino guardad más bien vuestros tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre corroen, y donde los ladrones no cavan ni hurtan.  Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón  (Mateo, X, 19-24).

«Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón»…  No olviden que Carlos Marx, de origen judío, escribió algo muy similar:
Si ponéis vuestros afanes en el capital, solo os interesarán las rentas, pero no las personas, que se convertirán así en herramientas, pura mercancía (Manuscritos de Economía y Filosofía).

Aunque naturalmente en una sociedad teocrática como la judía era imposible separar el cielo de la tierra, lo que ha constituido un lastre y una coartada para la Iglesia Imperial Romana, que, ante la imposibilidad de derrotar al Nazareno incluso después de muerto, optó por hacernos comulgar con ruedas de molino: Lo convirtió en Dios, como el Osiris egipcio, hijo de Ra, dios supremo, e Isis, y trasladó la liberación humana a un espacio y tiempo que contradicen las leyes de la Física, o sea, las leyes de Dios. Pregúntenle, si no, a Stephen Hawking.
En definitiva que el Nazareno ya era comunista antes del comunismo. Por eso lo crucificaron entonces, como hoy lo asesinarían, como hicieron con el obispo Oscar Romero el 24 de marzo de 1980 en el Salvador o con el filósofo y teólogo Ignacio Ellacuría y cinco jesuitas más el 16 de noviembre de 1989, asesinados por un comando del ejército salvadoreño. También los terratenientes y madereros intentaron acabar con al obispo Pere Casaldáliga, "el profeta de la Amazonía", pero se confundieron y dispararon sobre un colaborador suyo. O sea, lucha de clases, pura y dura según explicó el filósofo alemán.