Posiblemente “los mercados”, o sea, el capital multinacional, son inmisericordes, nos chantajean y provocan cambios de Gobierno al margen de la voluntad soberana de los ciudadanos, o sea, golpes de Estado.
Pero esos Gobiernos que caen empujados por el capital multinacional y posiblemente todos sus antecesores, fueren del color que fueren, han estado jugando con fuego durante mucho tiempo y se han endeudado más de lo razonable... Hace meses escuché al responsable de un Ayuntamiento decir que, si no podía obtener un préstamo, no podría pagar a sus funcionarios a fin de mes. Y recién he sabido, yo creí que era algo ocasional, que el Estado pide préstamos todos los meses por valor de miles de millones y que los intereses pagados por esos préstamos suponen más del 2% de PIB. ¡Alucinante!
Claro, los políticos, ansiosos de hipnotizar a los electores y ganarse su confianza y sus votos, se endeudan mucho más allá de lo prudente con obras de prestigio: En Madrid el alcalde Gallardón, del PP, el más endeudado de toda España, ha construido el Madrid Río y se ha instalado en un palacio faraónico, y José María Barreda, ex presidente de Castilla la Mancha, del PSOE, construyó un aeropuerto cerrado ahora por falta de aviones.
Los mercados son voraces, ¿pero quiénes se han puesto en sus garras? Hubo un tiempo que los poderosos no pagaban sus deudas, porque eran más fuertes que sus prestamistas. ¿A cuántos banqueros arruinó Carlos V de Alemania y I de España con su disparatada política? Pero los tiempos cambian y ahora los prestamistas son los fuertes y quieren cobrar lo que se les debe. ¿De qué nos asombramos?
El problema no son los banqueros, sino los políticos irresponsables que, cuando abandonan el cargo, dejan las deudas a sus sucesores o, lo que es peor, a los ciudadanos.
Urge un ley de responsabilidad pública que persiga, más allá de sus cargos, a los políticos endeudados.
