28 de diciembre de 2007

Los fantasmas de los obispos


De nuevo los obispos anuncian una movilización de sus fieles en defensa la familia. Como en otras ocasiones, se pronunciarán contra el divorcio, el aborto y la homosexualidad, los fantasmas que, según ellos, asedian y acosan a la familia cristiana, aunque a ninguna de ellas se la obliga a divorciarse, abortar o entregarse a la homosexualidad. Tal vez sea por el mal ejemplo. Si es así, poca fe tienen los obispos en la virtud de las familias cristianas. Por la misma razón podrían incluir también entre los enemigos, por el mal ejemplo, el celibato de curas y monjas. Es tan contrario a la ley natural que pregonan como la homosexualidad o acaso más aún, ¿o no?

No parece sin embargo que entre tales enemigos o fantasmas vayan a figurar los problemas laborales y económicos que acorralan a tantas familias, arruinan muchas y dificultan o impiden la formación de otras. ¿O acaso las familias cristianas pertenecen todas a ese status socioeconómico en que el único problema económico consiste en cómo gastar los excedentes y en qué invertir los ahorros?

A vuela pluma, sugeriría algunos de los problemas de las familias que, si el episcopado asumiera como suyos, seguramente aumentaría considerablemente su capacidad de convocatoria:

Armonización de horarios y calendarios laborales con los correspondientes escolares.
Concesión de amplios permisos por maternidad y paternidad o por enfermedad de los hijos.
Establecimiento de plazas de guardería o escolares suficientes y asequibles para toda la población infantil hasta los dieciocho años.
Una política que facilite a los jóvenes la adquisición de viviendas.
Un programa similar que fomente la creación de puestos de trabajo fijos y bien pagados.

¿Han considerado sus Ilustrísimas que la carestía de la vivienda, el trabajo inestable y el salario mínimo son peores enemigos para la familia que el divorcio, el aborto y la homosexualidad, esos fantasmas con que pretende asustar al personal?

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