País, nación y estado
País, nación y estado
Ya somos 500 millones de
hablantes que formamos muchas naciones, cada una con tradiciones distintas, pero
las Academias de la Lengua se han impuesto la tarea de conservar un mínima
unidad en el idioma, un reto arduo, difícil y complicado, sobre todo cuando
esas mismas Academias han renunciado al magisterio de las autoridades, como en
el primer Diccionario, y entienden que la lengua la hacen hablantes.
Otro problema añadido es que el
lenguaje siempre está contaminado por la ideología dominante, la que se deriva
de la situación política, que en este caso tiene especial incidencia, porque
son términos muy contaminados precisamente por esa situación política.
Todo lo cual hace especialmente
complicado un acuerdo sobre el significado de semejantes términos.
Trataré sin embargo de acotar
unos límites entre los significados que nos permitan, si no entendernos, al
menos reflexionar sobre ellos y decidir.
País
Según la segunda acepción del
Diccionario de la RAE, país “es un
territorio con características geográficas y culturales propias”.
Difícilmente un territorio puede
tener “características culturales”, todo lo más las tendrán su gente, es decir,
los paisanos o paisanaje. Un territorio sólo puede tener características
físicas o geológicas y en este sentido no cambia de un día para otro, sino de
una era geológica para otra.
Aunque también el ser humano
puede cambiar los paisajes con su acción. Véase cómo la Amazonía está en
peligro por la deforestación. Tal vez al Sahara le sucedió lo mismo en otro
tiempo.
Nación
Entramos así en la consideración
de la segunda cuestión: la nación,
vocablo con una tremenda carga política aún en nuestro Estado.
Fueron los románticos quienes
definieron la nación como el
conjunto de ciudadanos que comparte una cultura e historia común, que se
manifiesta en una lengua también común, lo cual les da derecho a un Estado
independiente.
Nada que objetar, salvo el
derecho. ¿Cuál es la fuente del derecho? Sin duda la tradición y la historia
son determinantes, pero en definitiva quienes deciden son los ciudadanos. En la
historia, como en el Universo, todo cambia y sólo la voluntad de los ciudadanos
es decisoria. Sin duda hay que garantizar que los ciudadanos no cambien de
opinión cada amanecer, porque sería desastroso, pero ese es otro problema.
Estado
Es la más simple y al mismo
tiempo la más difícil de las acepciones, porque depende de la siempre voluble
voluntad de los humanos.
Según la RAE es “la forma de
organización política,
dotada de poder soberano e independiente, que integra la
población de un territorio”.
Por tanto nada que ver con las características del
territorio o país, ni la cultura, sólo la voluntad de los ciudadanos decide,
aunque la minoría dominante se agarrará a un clavo ardiendo con tal de imponer
su voluntad a las otras minorías. Sin duda un cierta homogeneidad cultural
favorecerá la integración política. Pero esto es como el matrimonio: todos
hemos visto cómo parejas completamente asimétricas triunfan y en cambio
aquellas que parecerían destinadas a triunfar por un montón de semejanzas
fracasan.
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