16 de mayo de 2007

Los mundos de Andrómeda

Abrumado me siento, me ahogo, el mundo se me ha quedado pequeño o quizá se ha hecho demasiado espeso, el mundo cabe casi en las páginas de un periódico, y el más próximo posible está a veinte años luz, ya no me queda tiempo de llegar. Ayer me fascinaba una vista de Andrómeda en un sitio astronómico recomendado por un diario, el domingo eran las de la nebulosa Carina. Al menos aún podemos soñar. Pero ese mismo domingo la foto de un cayuco cargado de hombres, las mujeres no se ven, de otra etnia, tribu o nación, que huyen hacinados en busca de una patria que sepa acogerlos, daba escalofríos. Hoy me desayuno con la noticia y las imágenes de una muchacha lapidada porque se quería casar con un hombre que no era de su secta, tribu o nación. Al mismo tiempo el arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela recomienda votar a Falange Española porque defiende los valores de su tribu o secta. Justamente en otra página el profesor Reyes Mate reprocha a la Iglesia la defensa y apología sectarias que hace de sus víctimas de la Guerra del 36. En el patio vecino, el líder de la derecha triunfa apelando al orgullo nacional y promete cerrar las puertas a los hombres y mujeres de los cayucos. Entre nosotros sus correligionarios siguen con su bronca cotidiana porque el Gobierno no comulga con sus principios tribales, porque compiten con otras tribus. ¿Se habrán enterado de lo sucedido en Irlanda del Norte? Afortunadamente un veterano del 36, que juró la bandera tricolor, pero se vio obligado a militar bajo la bicolor de los sediciosos golpistas, reivindica la memoria de aquel tiempo auroral y repudia la violencia sectaria de quienes la destruyeron. ¿Sucederá lo mismo en los mundos de Andrómeda?

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